La expansión del coronavirus está suponiendo una crisis global. Sin duda, nuestras vidas han cambiado súbitamente y el impacto según las circunstancias de cada persona o cada familia es diferente. Es imposible negar que la situación vinculada con la pandemia supone un excesivo estrés que puede incidir en nuestra calidad de vida y en nuestra salud física y mental.
Si bien cada persona tiene sus circunstancias, la mayoría de las personas podemos estar sintiendo emociones intensas y muy cambiantes en cuestión de horas, algunas de ellas son:
El Miedo. Puede deberse a perder la salud, a las posibles consecuencias de la enfermedad, a la falta de recursos económicos para cubrir las necesidades básicas, etc. Frente a ello pueden aparecer pensamientos negativos asociados al temor al contagio de nosotros o de nuestros seres queridos, la soledad del confinamiento o el miedo al futuro. Estos sentimientos pueden generar reacciones funcionales, es decir adaptativas o reactivas. Sin embargo, debemos tener claro que las personas somos seres cambiantes y con una capacidad de adaptación y resiliencia increíble. Entre las respuestas funcionales adaptativas, encontramos a las recreativas, lúdicas, solidarias, académicas, etc. En cuanto a las reacciones disfuncionales o reactivas, podemos tener respuestas de tipo el fenómeno FOMO, fear of missing out, o la sobreinformación, que lleva a la persona a consumir compulsivamente información. Esto genera una sensación de control y seguridad al estar informado y actualizado. Tampoco es bueno monitorizar constantemente el número de infectados y fallecidos. Esto confirmará un sesgo negativo que sin duda incrementará nuestro malestar, pondrá a prueba o interferirá en nuestro débil equilibrio diario, y hará más difícil que podamos mantenernos regulados.
Por otro lado, podemos sentir tristeza, por la imposibilidad de seguir con nuestra cotidianidad. Nuestros proyectos y nuestros día a día se ha visto perturbado. No podemos vivir la Semana Santa como la teníamos programada, no podemos continuar con nuestras clases ni exámenes. Sin duda, el mundo se paró, y nosotros con él.Esta tristeza puede intensificarse con el aislamiento y con el hecho de recibir imputs (vídeos, audios, whatapps, imágenes, etc.) o información negativa constantemente. Es normal en estas circunstancias sentir emociones intensas como enojo, frustración, incertidumbre, ambivalencia, desorganización, sentimiento de soledad, ansiedad, etc.
Psico-consejos para gestionar nuestras emociones
Recordar que lo que estamos sintiendo es consecuencia de las circunstancias que estamos viviendo.
Esto pasará, necesitamos tiempo y no sabemos cuánto, aprender a vivir con este punto de incertidumbre es un gran desafío al que nos estamos enfrentando.
Vive en el PRESENTE, en estos momentos, más que nunca, debemos focalizar en el HOY. Estoy aconsejando a mis pacientes que cada día al desayunar, se detengan un momento y sientan y piensen cómo han amanecido. “Pasarse el scanner mental” y preguntarse ¿Qué nivel de energía tengo hoy? ¿Cómo me siento hoy? y en función de estas respuestas organizar el día o reprogramarlo, si ya lo tenían planificado. De lo que se trata es de aprender a ser flexibles, a priorizar, a buscar nuestro bienestar, en función del nivel de energía, estado de ánimo, etc. Ser benevolentes y tratarnos con mucha paciencia y amor.
Lo más normal es que las emociones vayan variando al largo del día, o de la semana. Pero podemos contribuir a modificarlas, podemos cambiar aquellos pensamientos y conductas que interfieren con el afrontamiento de la situación. Esto implica un proceso de toma de consciencia e introspección. Escuchar, observar y comprender nuestros pensamientos y emociones de forma desapegada, es decir, dejar que pasen, manteniendo nuestro equilibrio emocional.
Reconocer y compartir nuestras emociones con las personas más cercanas: identificar nuestras emociones e intentar no alimentarlas ni dejarnos llevar por ellas y compartirlas, exteriorizarlas, nos aliviará.
Es fundamental la aceptación de esta situación con una actitud positiva y proactiva, de solidaridad y de amabilidad hacia nosotros mismos y hacia nuestros familiares, amigos, vecinos, hacia nuestros compañeros de trabajo, o del instituto o universidad, jugadores del equipo. Centra tu atención en aprovechar estos días para dedicarte tiempo a ti y los tuyos.
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