Cuando en una relación estamos ante un conflicto o una discusión, muchas veces utilizamos el silencio como una manera de “apaciguar las aguas”, de no añadir más leña al fuego. Este silencio nace del deseo de no discutir y es utilizado como una herramienta saludable para afrontar el problema más adelante, cuando nos encontremos más relajados y mejor predispuestos a encontrar una solución.
Sin embargo, es frecuente ver cómo este silencio se utiliza como un método de castigo emocional.
El silencio como castigo
Dejar de hablar a la persona con la que se tiene el conflicto, ya sea la pareja, un amigo, un familiar…, es una salida a la que muchas personas recurren para “expresar” su enfado, su inconformidad o sus reproches. Es una forma de reaccionar ante los conflictos con intención de castigar y manipular.
Las personas que recurren al silencio como castigo suelen ser personas inmaduras emocionalmente, perfiles pasivo-agresivos que no saben utilizar otros recursos psicológicos para enfrentar la situación y recurren al silencio como una forma de controlar y castigar a otras personas.
¿Cómo identificar cuándo el silencio pasa de ser algo normal a una forma de manipulación y maltrato?
Cuando la otra persona vuelve la cabeza cuando le hablas, no te mira, te ignora, deja de dirigirte la palabra y actúa como si no existieras.
Esta actitud se hace cada vez más frecuente y durante periodos cada vez más largos.
La persona pretende que interpretes su silencio, que adivines la causa e intentes solucionarla, como si la culpa la tuvieras solo tú.
Busca que te sientas culpable de la situación hasta que te disculpes o cambies el comportamiento que ha provocado su actitud (silencio)
El silencio solo termina cuando pides perdón o cedes a sus demandas.
Percibes cómo su actitud ha producido que cambies tu forma de comportarte con el fin de evitar que te castigue con el silencio.
Con este cambio de comportamiento buscas su aprobación a costa de tus propios intereses.
¿Cuáles son las consecuencias de este silencio castigador?
Es decir, dejar de hablar a alguien como castigo en realidad es una agresión velada, es un recurso que se utiliza mucho como un chantaje emocional y que puede dejar heridas profundas en las relaciones. Usar el silencio como castigo es una actitud infantil que no resuelve nada
El silencio produce un gran vacío que daña las relaciones y alarga las distancias. Y la distancia no suele ser un buen aliado para la comprensión o para restaurar lazos rotos o dañados. Por el contrario, contribuye a ahondar las diferencias.
El silencio y las redes sociales
Este tipo de actitud no es exclusiva de las relaciones cara a cara. Por el contrario, es cada vez más frecuente en las relaciones que se establecen por alguna app o incluso en las comunicaciones vía whatsapp. Las personas discuten o se dan situaciones de tensión y, en lugar de intentar buscar una solución mediante el diálogo para limar las asperezas, se decide no contestar más mensajes o, incluso, se llega a bloquear a la persona sin dar ninguna explicación. En este caso, la víctima se siente herida y angustiada, a la merced de un silencio abrumador que a veces no sabe cómo interpretar.
¿Cómo podemos modificar esta situación?
Los psicólogos de la Universidad de Lovaina comprobaron que la mejor manera para dejar atrás los conflictos consiste en hablar de ellos, ya que evitar el diálogo mediante el silencio no ayuda a que los problemas desaparezcan o los olvidemos, todo lo contrario, los refuerzan, y se hace como una gran bola de nieve.
El primer paso es explicar cómo te sientes, sin acusar ni responsabilizar, utilizando mensajes yo: «No me siento bien cuando me ignoras o no me hablas porque siento que me castigas con tu silencio y eso me hace sentir triste y angustiada”.
Cuando decimos de forma asertiva lo que pensamos y sentimos estamos evitando que haya malentendidos y abrimos la puerta al diálogo. Lo mejor para lograr un entendimiento y un acercamiento, siempre será el diálogo y no la distancia.
Por último, recuerda que no tienes por qué estar con alguien que te maltrata y que, sabiendo que lo hace, no cambia su comportamiento. Si estás sufriendo este tipo de maltrato y no puedes gestionarlo tú mismo, o no sabes cómo hacerlo, no dudes en buscar ayuda psicológica.